La mayor tragedia ferroviaria en la historia de Grecia -y la peor en Europa en la última década- ha dejado al menos 38 muertos y ha abierto numerosos interrogantes sobre los errores que llevaron al choque frontal de dos trenes.

El siniestro se produjo poco antes de la medianoche de ayer, cuando dos trenes -uno de pasajeros con 342 pasajeros y 10 empleados ferroviarios y otro de carga con dos maquinistas- chocaron al norte de Larisa, en Grecia central.

Al menos 57 personas siguen hospitalizadas, seis de ellas en cuidados intensivos. Muchas de las víctimas eran jóvenes universitarios que regresaban a Salónica.

Las imágenes del lugar del siniestro muestran la violencia del choque, con los primeros vagones de ambos convoyes convertidos en un amasijo de metales calcinados.

El ministro de Infraestructura y Transporte, Kostas Karamanlís, dimitió reconociendo que sus “esfuerzos” para mejorar una infraestructura ferroviaria “que no se corresponde con el siglo XXI” no fueron suficientes para evitar el accidente.

También ha renunciado de su cargo el director general del estatal Organismo de Ferrocarriles de Grecia, Jristos Vinis.

Error humano

Pese a estas renuncias y el reconocimiento de la mala situación de las infraestructuras, el Primer Ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, señaló en un mensaje que “la tragedia, desafortunadamente, se debe sobre todo a un error humano”.

El Jefe de Gobierno conservador declaró tres días de luto y prometió que “se depurarán responsabilidades” y se formará una comisión especial de expertos para investigar los hechos.

El jefe de la estación de Larissa, la ciudad no lejos de donde se produjo la tragedia, ha sido detenido y, según la prensa local, reconoció que cometió un error cuando el tren de pasajeros hizo una parada en Larissa y lo situó en la misma vía en la que viajaba en dirección opuesta el tren de carga.

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